Cualquier rincón
es bueno para la inspiración. Cualquier silencio, cualquier tiempo muerto en
esta carrera desmedida hasta alguna parte. Cualquier momento es bueno para
echarte de menos, para añorar el eco de tu risa, las pequeñas arruguitas en que
se acunan tus ojos.
Tu mirada es un
oasis en este desierto donde las nubes toman forma de buitre y el polvo
entierra cuanto encuentra a su paso. Yo me alimento del azul de tus ojos
mientras intento olvidar a todos los Caínes que fructificaron en esta Tierra y
que aun hoy andan buscando venganza.
El culto a la
información degenera por momentos. Hoy todos tienen hambre de datos, cifras
exactas para cerrar el balance de una perfección inalcanzable. Cada hombre es
un expediente inacabado, un proyecto a manos de otros.
El día es un
mercado de intereses que se agotan y renuevan a cada instante. Todo es válido.
No hay espera. Se olvidaron de contrastar las distintas versiones y de
verificar todas las fuentes.
Para muchos los
importante es tener algo que contar, llenar los espacios de frases y palabras
para sentirse un poco más acompañados en este largo viaje.
Y mientras, las
cartas que me envías cobran un valor incalculable. A estas alturas ya casi
nadie escribe cartas, ya casi nadie escribe a mano…
Vale la pena seguir
arañándole minutos a la rutina para dejar de ser un eslabón más de la cadena y
disfrutar leyéndolas a escondidas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario